Más de 100 millones de libros
vendidos con la firma de Roald Dahl equivaldrían a la gran
pirámide de Giza. Pero, más allá de los números, el escritor
galés tiene el honor de reunir a distintas generaciones en
torno a los mismos títulos sin que el tiempo haya hecho mella.¿Quién
no quiso los poderes mentales de Matilda? ¿O entrar en la colorida
fábrica de Willy Wonka? ¿Que crío no querría ahora repartir
sueños con el gigante bonachón durante al menos una noche?
El padre de todos esos
personajes nació hace un siglo y esos 100 años nos animan a seguir
sus pasos y a repasar un legado que ocupa kilómetros de estanterías
e infinitos terabytes de imaginación. Finales inesperados y
personajes traviesos y excéntricos, que cuestionan la
autoridad, y adultos que la mayor parte de las veces
son meros cretinos.
Siempre se sentaba en
el mismo orejero, que había preparado con un agujero posterior
para sus dolores de espalda, con una tabla cubierta de tapete verde
como escritorio, y con el mismo modelo de seis lápices
recién afilados que compraba en EEUU (los Dixon Ticonderoga
del número 2) e idénticas cuartillas a rayas de color
amarillo en las que escribía a mano. Al lado puede leerse
en un cartel el consejo que le dio Ernest Hemingway y que siguió a
rajatabla: "Cuando todo vaya muy bien, deja de
escribir". Sin tentar a la suerte de más.
Nacido en la elegante
barriada de Llandaff, en Cardiff, de padres noruegos y llamado así
por Roald Amundsen, el explorador que conquistó el Polo Sur, se
marchó muy joven a África para trabajar para la petrolera
Shell. Su mala experiencia en los internados ingleses, al otro lado
del Canal de Bristol, le alejó de la universidad. Había sufrido la
cruel disciplina y los abusos de compañeros mayores que tan bien
quedan reflejados en sus libros.
En Dar es Salaam, en la
actual Tanzania, le sorprendió La
Segunda Guerra Mundial y se
alistó en el Ejército. Tuvo un grave accidente en un
avión Gladiator en el desierto de
Libia cuando todavía no había entrado siquiera en la contienda
directa, y combatió con un Hurricane en
la batalla de Atenas, en abril de 1941, contra los
alemanes. Las secuelas, unos terribles dolores de cabeza en vuelo, le
terminaron apartando del servicio y su nueva misión fue con
el embajador de Reino Unido en Washington.
Sus libros infantiles
Sus libros infantiles
- 1961 James y el melocotón gigante
- 1964 Charlie y la fábrica de chocolate
- 1966 El dedo mágico
- 1970 El Superzorro
- 1972 Charlie y el gran ascensor de cristal
- 1975 Danny el campeón del mundo
- 1978 ¡Qué asco de bichos! El cocodrilo enorme
- 1980 Los cretinos
- 1981 La maravillosa medicina de Jorge
- 1982 El gigante bonachón
- 1982 Cuentos en verso para niños perversos
- 1983 Las brujas
- 1985 La jirafa, el pelícano y el mono
- 1988 Matilda
- 1990 Essio Trot
- 1991 Los Mimpins
http://www.elmundo.es/especiales/roald-dahl/index.html